domingo, 2 de abril de 2017

ARGENTINA BEAT

Comparto con mi buen amigo argentino Ernesto Tancovich TUMBAS DE LA GLORIA; la crítica que me hace una vez leído el texto es, sin lugar a dudas, la más importante y la más inteligente de las que he recibido hasta ahora. Una de las cosas que me dice Ernesto me llega muy hondo, porque creo que es de los únicos que ha entendido bien cuáles han sido las fuentes que me han ayudado a escribir TUMBAS DE LA GLORIA, cuáles han sido los poetas, y las bandas sonoras, que me han acompañado en este laboratorio terriblemente imperfecto de la memoria y de la escritura. Me cuenta Ernesto Tancovich: “Lo tuyo va para el lado de lo beat y me da la impresión que tenés que ahondar en ese terreno. Te aconsejo en fb Buenos Aires Poetry. Es de una revista que traduce mucha poesía beat y maldita en general. Te vendría bien, creo, profundizar en una expresión más convulsa, que no tema a la oscuridad. A mí el rock, salvo Janis Joplin, no me dice nada, pero aprecio la literatura beat”. Los consejos que me da Ernesto Tancovich son tan sugerentes, y tan atractivos, que yo me quedo terriblemente prendado de ellos; otra cuestión bien distinta es si yo seré capaz, en el futuro, de seguir estos consejos, de elevar la categoría de mi humilde poesía hasta cotas más altas y más elevadas.
Siguiendo en la línea beat, y sin moverme de la Argentina, echo un vistazo a un libro muy interesante recientemente publicado en España. “Argentina Beat, Derivas Literarias de los Grupos OPIUM y SUNDA”, recupera los inicios de la literatura autorreferencial o confesional en Buenos Aires. Al igual que los poetas beats en los Estados Unidos, se trataba de jóvenes disconformes que empezaron a contar qué les pasaba, en primera persona, en un lenguaje conversacional e integrando la espontaneidad al acto de escribir. Celebraban una épica de la vida cotidiana y de la escritura misma. Si bien en la actualidad es moneda corriente, tanto el estilo como la forma autogestiva de hacer libros fueron algo novedoso en el panorama de las letras nacionales de la década del sesenta. Diagramar, editar, vender de mano en mano, salir por los bares a canjear ejemplares fueron prácticas que empezaron en ese momento. Los beats porteños fundaron la primera editorial autogestiva del país: SUNDA B.A. Montaron espectáculos en el Instituto Di Tella, aparecieron en televisión. Pero siempre fueron ante todo un grupo de amigos con códigos similares. Más de cincuenta años después, “Argentina Beat”, reúne por primera vez los textos de los grupos OPIUM y SUNDA; ambos compartían el desenfado y el humor, además del bar, claro. El gobierno de Illia propició el surgimiento de un oasis creativo que los beats capitalizaron en el bar El Moderno, algo parecido a una base de operaciones. Allí intercambiaban revistas, textos, conformando una pequeña red subterránea, literaria, pseudoclandestina por su marginalidad. CINCO MANIFIESTOS, uno de los textos recogidos en “Argentina Beat”, se inicia con esta magnífica cita de Ezra Pound: “Cantemos al amor y al ocio, nada más merece ser habido”. El Manifiesto Beat de la ciudad de Buenos Aires no deja lugar a dudas: “Asomados a la confusión de Baires, nuestro pan cotidiano, sintiendo todo el peso del hemisferio sur del caos, aparecemos nosotros y opium; nosotros (sátiros-cínicos-borrachos-enamorados hijos de la decadencia de Occidente) gritando y cantando con dedos manchados de nicotina apuntando; nosotros amigos hasta que dejemos de serlo (entre tanto nos dedicaremos poemas); nosotros oliendo nuestro propio aliento alcohólico”. “He visto los mejores cerebros de mi generación destruidos por la locura, famélicos, histéricos, desnudos, arrastrándose de madrugada por las calles de los negros en busca de un colérico picotazo”. Así comenzaba el gran Allen Ginsberg su inconfundible “Aullido”, poesía beat en estado puro. Hoy que el destino me ha concedido el don de cumplir 55 años extiendo mis manos y mis brazos y establezco un puente mágico, una carretera del trueno de la memoria y de la palabra, y uno en un solo cuerpo las ciudades de Baires y de Madrid; la Velocidad de Escape de las carreteras mágicas une a veces fragmentos de lo imposible transformándolos en piezas de escaparate de una aventura plausible. Baires y Madrid: un solo cuerpo, un solo destino; los angelitos del Cementerio de La Recoleta saben que yo nunca miento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario